
Es EL DESEO madre del PENSAMIENTO.
Aquellas manitas no se apartaron de la pared mientras los más elaborados pasos deleitaron y conquistaron al pleno convocado hasta el derroche de ovación.
Ahora le corresponde despegar las manitas y hacer consistente su visión.
El altísimo costo del DESEO es la obligación implícita de hacerlo germinar, de lo contrario no es más que un deseo ajeno.
Cecilia Cerdeña