sábado, 14 de agosto de 2010

Se deja acariciar


Altiva siempre pero dejándose acariciar y nosotros rogándole retazos de su atención. 

Confieso que de salitre son sus sueños y aún así los hicimos nuestros al punto de luchar por ellos como si  del mismo oro puro se tratara.

Cecilia Cerdeña

 








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