jueves, 11 de agosto de 2011

Agosto sigue vivo. Hoy ví la luz de DON PIDAL

Don Pidal era un hombre muy fuerte, muy justo sensible, valiente de forma inteligente, enemigo del valor loco, práctico y de costumbres sencillas en su vivir, no gozaba de lujos innecesarios y siempre se sometía a una gran medida de autodisciplina la cual exigía a toda su gente sin excepción.



Pidal me inculcó que el mundo simplemente se divide en dos: Aquellos que se ponen delante de su destino y lidian con sus vicisitudes y aquellos que se dedican a criticar y protestar desde afuera sin hacer ningún esfuerzo ni luchar por lo que es debido. Es simple; unos exponen y arriesgan y otros miran y hablan, unos hacen y otros critican.



Su filosofía de vida de vida, la que me inculcó, era simple y consistía en:



“Nunca rajarse ante la adversidad,

nunca mentirse a sí mismo

y nunca arrepentirse de nada”.



Este fue hombre compasivo y extremadamente generoso pero nunca conoció la lastima, que sí la humildad y la caridad, siempre utilizó con acierto un gran don innato de sentido común y siempre luchó por crecer internamente y por encontrar un balance justo para los demás en todas sus actuaciones.

Cecilia Cerdeña

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